El cuidado de mayores en situación de dependencia debe ser de calidad, sin discriminación, y siempre se deben tomar las medidas necesarias para garantizar el bienestar y la comodidad.
Hay recomendaciones básicas que toda persona a cargo del cuidado de mayores en situación de dependencia debe saber. El trabajo de cuidar no es fácil, exige en el profesional flexibilidad y apertura para enfrentar continuamente diversos retos emocionales.
Debe aprender a conocer y enfocar sus sentimientos al tiempo que optar siempre por el optimismo y entusiasmo por el bienestar de la persona que está bajo sus cuidados. Cuidar y acompañar a una persona muy mayor plantea preguntas y reflexiones sobre la transitoriedad de la vida y despierta sentimientos de angustia, preocupación o impotencia. Por esta razón, reconocer este contexto permitirá al cuidador asumir los retos de su trabajo y entablar una relación enriquecedora. Presentamos 15 recomendaciones redactadas con base en el Tratado de Geriatría de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, las cuales son útiles para la práctica diaria:
- Aceptar a la persona tal y como es, sin prejuicios de etnia, sexo, nacionalidad, procedencia, enfermedad u otros.
- Realizar un plan de cuidados diarios para desarrollar de manera sistemática. Esto facilitará tanto al cuidador como a la persona cuidada conocer el horario de actividades y ritmos del cuidado. Proporcionará seguridad a las dos partes. Los objetivos en el plan de cuidado deben ser justos, alcanzables y a corto plazo, no deben generar frustración en su planteamiento.
- En el plan de cuidado se deben tener en cuenta las preferencias y hábitos de la persona en situación de dependencia hasta donde sea posible.
- Actuar serenamente y competente. El trato debe ser respetuoso, profesional y humano. No obstante, también debe haber firmeza para evitar la sobreprotección, la cual suele fomentar aún más la situación de dependencia.
- Evitar la jerga infantil para hablar o dirigirse a la persona mayor. Referirse a la persona solamente con adjetivos como “bonito”, “mi guapo”, “mi guapita” o similares puede llegar a ser humillante, irónico y menoscaba la autoestima de la persona.
- La excesiva confianza no es positiva solamente porque la otra persona se encuentre en situación de alta dependencia. Es mejor un trato normal, con respeto y con intenciones de aprendizaje. La confianza siempre es un valor que se gana y depende de la relación de cuidado.
- Es importante que el profesional a cargo del cuidado se identifique por su nombre y rol, así podrá ser reconocido claramente por las personas a su cuidado, principalmente si éstas tienen algún grado de dependencia o visión disminuida.
- Respetar la individualidad de cada persona. Es poco profesional catalogar a “todos” los mayores, por ejemplo en una residencia, bajo un mismo denominador. Aunque puedan presentar problemas y enfermedades similares, cada persona debe ser concebida individualmente.
- Es importante que el profesional de la geriatría esté dispuesto a escuchar, apoyar y explicar. ¿Qué quiere decir esto? Básicamente significa facilitar a la persona a tomar sus propias decisiones. No se pide al profesional de la geriatría solucionar todos los problemas, porque esto no está a su alcance. Por el contrario, dedicar tiempo para compartir las preocupaciones de la persona y su entorno familiar es el principio del apoyo emocional.
- Mantener el contacto visual y táctil (por ejemplo, tomar su mano al dar una respuesta) cuando se hable con la persona mayor en situación de dependencia. Dirigirse directamente a la persona y no tanto a su acompañante.
- No es necesario alzar la voz, a menos que haya problemas de audición.
- Para las personas hospitalizadas es fundamental brindar una buena acogida y proporcionar toda la información necesaria sobre el entorno y medio físico: explicar dónde están los timbres, el baño, las barandillas y otros). Igualmente, presentar a sus compañeros genera confianza.
- Respetar la intimidad, retirándose en el momento apropiado, por ejemplo en el baño y al recibir una visita.
- Se debe ayudar al mayor solo cuando sea necesario y se le debe estimular, en lo posible, para que intervenga en sus cuidados. Se debe reconocer su aporte y experiencia.
- Ayudar es una tarea facilitadora, no sustitutoria. En geriatría el cuidador facilita, no sustituye a la persona cuidada.